
¡FIRMES YA!
Bandas
Más que actividad escolar, esta arraigada tradición es un verdadero semillero de disciplina, honor y valores que perduran
El retumbar de tambores, el eco de cornetas y el firme andar de los jóvenes en formación cuentan historias de entrega y lealtad a los símbolos patrios. Cada ceremonia de izamiento enseña disciplina, constancia y solidaridad, mientras despierta en ellos un amor profundo por la patria. Más que movimientos exactos, estas agrupaciones son verdaderos semilleros de orgullo cívico, donde cada toque y paso fortalecen la identidad de quienes los integran.
Tradición y excelencia cívica
Mario Alberto Benítez, promotor cívico del Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez (ITCJ), lleva más de 20 años al frente de la banda de guerra y escolta de la institución. Orgulloso fronterizo, Mario inició su camino en estas disciplinas desde la secundaria y siguió su formación hasta la universidad, donde completó una maestría en Educación.
Su trabajo ha llevado a la institución a representar a la ciudad y al estado en concursos locales, estatales y nacionales, e incluso en presentaciones internacionales en Las Vegas, Las Cruces y El Paso.
Mario describe con detalle cómo la banda y la escolta impactan en la vida de los jóvenes: “Ellos aprenden que no es suficiente tocar bien un tambor o marchar en línea. Se trata de compromiso, de cuidar la imagen de su institución, de ser puntuales y de trabajar en equipo. Algunos llegan con timidez, otros con rebeldía, pero poco a poco, con disciplina y cariño, se transforman en jóvenes responsables, orgullosos de lo que representan”.
El Tec de Juárez ha sido un semillero de instructores y nuevas bandas a nivel local y nacional. Muchos exintegrantes se han convertido en promotores cívicos en otras escuelas, replicando la tradición y el prestigio del Tec. “Ciudad Juárez tiene un nivel reconocido en todo el país; somos la referencia a vencer en concursos y desfiles”, destaca Mario.

Pero más allá de los concursos, Mario enfatiza que el objetivo principal es honrar la bandera.
Primero es el honor a la bandera y a la institución, y después, los concursos. He visto a chicos emocionarse hasta las lágrimas durante un desfile, y eso es algo que ningún trofeo puede reemplazar. Esa conexión con la comunidad, el sentir que representan algo más grande que ellos mismos, es lo que realmente queda en su vida
Mario Alberto Benítez
Promotor cívico del Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez
Sin titubear, Mario asegura que “la banda te da herramientas para ser disciplinado y responsable y te prepara para ser exitoso en la vida. Es un trampolín, pero tu verdadero camino empieza después”.
Bandas libres: pasión de generaciones
Eduardo Valenzuela, joven bandero de Ciudad Juárez, forma parte de la banda de guerra libre oficial Pumas y maneja la página Banderearte junto con su hermano.
Su acercamiento a la banda vino de familia, sus hermanos ya formaban parte de grupos escolares y fue invitado a integrarse a la banda de su primaria en sexto grado. Desde entonces, Eduardo ha seguido su camino en la secundaria, preparatoria y ahora en las bandas libres, manteniendo viva la tradición y los valores que le inculcaron desde niño.
La banda me enseñó a convivir con la gente, a respetar, a ser gallardo y disciplinado. Aprendes mucho más que solo tocar un instrumento; aprendes valores que aplicas en tu vida cotidiana
Eduardo Valenzuela

Destaca que uno de los cambios más notables en las últimas décadas es la participación creciente de las niñas.
Antes era casi exclusivamente masculino. Hoy vemos niñas cajeras, cornetas y comandantes de órdenes, lo que aporta innovación y equilibrio. Esto ha cambiado la forma de enseñar y de interactuar dentro de los grupos; todos aprendemos a trabajar de manera más equitativa
Eduardo Valenzuela
Las bandas libres son, para Eduardo y muchos jóvenes juarenses, un espacio donde la tradición, la disciplina y la pasión se encuentran, formando personas comprometidas con la sociedad y con la historia de su ciudad.
La visión de los jueces
Cristal Escalante, juez nacional del honorable cuerpo de jueces de escoltas y bandas de guerra, aporta un enfoque complementario, la mirada de quienes evalúan el esfuerzo de los jóvenes.
“Lo importante es que los niños y jóvenes hagan las cosas con el corazón. Si uno no involucra pasión, responsabilidad y cariño, les falta algo. Esto hace que se sientan comprometidos y quieran continuar en estas actividades”, explica. La instrucción va más allá de tocar instrumentos o marchar; se desarrolla disciplina, constancia, respeto y trabajo en equipo.
Evaluar bandas y escoltas implica un desafío adicional, Cristal reflexiona que “muchas veces no se dimensiona el trabajo que hay detrás: tiempo, dinero y dedicación que muchas veces ni siquiera se remunera”. Además, los jueces deben adaptarse a cambios sociales y de derechos humanos, combinando disciplina con profesionalismo, empatía y un ambiente seguro.
El respeto a los símbolos patrios
Alejandro Morales Rosas lleva más de 27 años dedicándose a la instrucción de bandas de guerra y escoltas en Ciudad Juárez. Desde sus años en la secundaria, su pasión por esta disciplina lo ha acompañado, y hoy trabaja en el Colegio de Bachilleres plantel 19 y en la Secundaria Federal Número 1, formando nuevas generaciones con amor por los valores cívicos y el respeto a los símbolos patrios.
Desde la secundaria formé parte de la banda de guerra y no lo he dejado desde entonces. Incluso en el Tecnológico de Ciudad Juárez comencé a instruir, y hasta la fecha sigo en ello
Alejandro Morales

Su trayectoria lo llevó de la Técnica 47 a escuelas con historia y tradición en Juárez, como la Federal 1 y la exprepa de El Chamizal, hoy Cobach 19. “Llegué gracias a exalumnos que me recomendaron. Aquí seguimos formando jóvenes comprometidos con los valores cívicos”.
Alex reconoce que tras la pandemia los honores a la bandera dejaron de realizarse cada lunes como antes. “Ahora se hacen una o dos veces al mes, o un par de veces por semestre en bachillerato. Pero el valor sigue, los jóvenes deben experimentar de primera mano el respeto a nuestra bandera y nuestro himno”.
Los ensayos no son fáciles, se realizan bajo el sol, la lluvia o el frío, pero Alex valora el esfuerzo de sus alumnos. “Dedicarle tiempo a la banda y escolta requiere temple. Muchos de ellos podrían distraerse o caer en la vagancia, pero eligen invertir su tiempo en esta disciplina que les dejará valores para toda la vida”, explica.
Si bien Alex ha ganado concursos estatales, nacionales e incluso se ha presentado internacionalmente, considera que el mayor logro no está en los trofeos. “Lo más importante es ver que los jóvenes se convierten en buenas personas, padres responsables, profesionistas comprometidos, ciudadanos de bien. Eso trasciende cualquier medalla”.
Juventud en formación
En la Secundaria Federal 1, cada toque de corneta, cada redoble de tambor y cada paso en formación representan mucho más que una actividad escolar. Para los jóvenes que integran la banda de guerra y la escolta, se trata de un aprendizaje profundo que implica disciplina y un amor sincero por los símbolos patrios.
Desde muy pequeños, algunos ya soñaban con estar en estas filas. Ángel Daniel, de 3°F, recuerda cómo desde kínder admiraba a los comandantes. “Desde niño me propuse estar ahí”, dice, y hoy la banda le da un sentido de pertenencia: “La bandera y el himno no son solo símbolos, para mí significan nuestra vida, nuestra nación”.


Para Abraham, de tercer grado, la banda combina emoción, nervios y orgullo. “Cada ensayo y concurso es un reto. Cuando escucho el himno o veo la bandera recorrer el patio me recuerda a mis orígenes, de dónde vengo. Antes lo cantaba sin pensarlo mucho, ahora lo hago con más fuerza porque siento lo que significa”.
Fernanda, comandante de 3°A, comenzó en kínder y hoy reconoce que lo que parecía un juego se volvió responsabilidad y trabajo en equipo. “Disfrutamos cada momento porque representamos nuestra patria y nuestra escuela”, comparte.
Orgullo que trasciende
Cada uno de estos jóvenes e instructores comparten una experiencia distinta, pero todos coinciden en algo, la banda de guerra y la escolta no solo forman estudiantes, forman personas con valores que trascienden la escuela. La disciplina, el respeto, la responsabilidad y el amor a los símbolos patrios son aprendizajes que llevan consigo.
En cada competencia, desfile u honores a la bandera entienden que no son simples participantes. Son representantes de su escuela, de su comunidad y de su país, un orgullo que siempre se lleva en el corazón.